lunes, 11 de julio de 2011

PÜTCHIPÜ: EL PODER DE LA PALABRA EN LOS WAYUU


Por: Guillermo Espeleta Martínez

"Caminaba entre la espesa vegetación, y a medida que avanzaba por el sendero ésta se iba estrechando, y al llegar al final del camino me topecé con una cantidad de culebras. Mi cuerpo se paralizó por el miedo, un frío hiriente recorrió mi espina dorsal, pero una fuerza interna me mantuvo erguido y una voz me decía toma una de ellas, y eso hice..." Esa son las palabras de Orángel Gouriyú, un palabrero, quien despertó con esa revelación y la que debía cumplir por mandato de LAPU, dios de los sueños. Al día siguiente, sentado en su chinchorro de múltiples colores le anuncia a su familia la realización de la ceremonia para que fuera consagrado como Pütchipü y someterse a un encerramiento por varios días asistido por un Outshi (médico tradicional wayuu) y asesorado por un palabrero de la más alta jerarquía.

Pütchipü, en la legua wayuunaiki, es quien lleva la palabra; a través de los sueños una persona es elegida para ejercerla como profesión ya que esto tiene un trasfondo mitológico para la preservación de la cultura de los wayuu, dando con ello la explicación de la existencia de los palabreros.

los Pütchipü, son personas pertenecientes a la etnia que se encargan de realizar los arreglos de conflictos a través del uso de la palabra con tolerancia, convivencia y paz. Es un mediador entre las partes que se encuentran en disputa y busca que las cosas se lleguen a feliz término entre los querellantes.

Las primeras actividades realizadas o llevadas a cabo por Orangel, fue conciliar pequeñas rencillas entre familias, incluso, tuvo que recurrir a los servicios de otro palabrero para dirimir una problemática dentro de su clan familiar con otro grupo clanil, los dos grupos pactaron la paz por los buenos auspicios de su colega.

Según la mitología wayuu, el primer Pütchipü fue el pájaro UTTA, cuando los wayuu eran de la generación de los UCHÍÍ (aves). UTTA cumplió con los mandatos exigidos por MALEIWA (Dios), y fue UTTA quien estableció las normatividad de los wayuu para imponer las sanciones en contra del derramamiento de la sangre.

Orangel Gouriyu, se fue involucrando en las soluciuones de conflictos mucho más complejos de dirimir y en todas ellas salió airoso y dejando satisfechos a su comunidad por la labor ejercida y en la que se le reconoce como un destacado PALABRERO.

Existe una jerarquía entre los Pütchipü por la especialidad que éste ejerce. Las especialidades más altas son los hechos de sangre, que son los más complejos por la serie de problemas que este implica y en donde hay muerte, conflictos de tierra, hurto, pedimento de mano (matrimonio), etc.

El palabrero Orángel Gouriyu, ha sido asesor de las Oficinas de Asuntos Indígenas departamental y municipal por sus conocimientos sobre la cultura y la normatividad wayuu, aplicados todos en un contexto intercultural (leyes ordinarias y propias).

En la norma o ley de los wayuu no existe impunidad a cualquier quebranto a esa normatividad en el territorio. La figura del palabrero es de profundo respeto. Él se presta a ser garante de la solución de conflictos que les toca dirimir ya que le corresponde atender las situaciones donde hay discrepancia, no importando quién lo haya contratado, generalmente es la familia agredida.

Recientemente la figura del palabrero fue axaltado por la UNESCO, como Patrimonio Inmaterial del Mundo en el continente africano, cuna de la humanidad, mientras en Colombia, no se les reconoce su importancia y el valor cultural que éste representa en la nación wayuu. Son muchos los problemas que los aquejan y el gobierno con todas las entidades a su cargo, tratan de minimizar su labor interviniendo en conflictos que sólo el pueblo wayuu conoce las vías para solucionarlos, entre ellos las masacre, homicidios, desapariciones, desplazamientos y destierros de sus propios territorio por actores que nada tienen que ver con la cultura cambiando la modalidad operativa que el wayuu desconoce, ejemplo de ello son las masacre de Bahía Portete, donde los paramilitares profanaron lo más sagrado en su cultura, la mujer, donde fueron salvajemente asesinadas convirtiéndose posteriormente en delito de lesa humanidad, pero que el gobierno central no los reconoce como tal y tratan de culpar al mismo pueblo wayuu como los responsables de esos hechos.

Si realmente se le diera un reconocimiento a la figura del Pütchipü (palabrero) serían ellos los llamados a resolver cualquier situación de conflicto que se presente entre el pueblo wayuu, pero son elementos extraños a ellos y contando con cómplices dentro de los organismos de seguridad del Estado, quienes deberían de garantizar la vida, honra y bienes de los ciudadanos colombianos como lo contempla la Constitución de Colombia. Es muy difícil que esta normatividad wayuu sea respetada por las autoridades que salvaguardan la seguridad del Estado.

Pese a la intromisión de la cultura occidental en las costumbres de los wayuu, los Pütchipü continúan asumiendo el rol de conciliadores para fortalecer y mantener las buenas relaciones sociales en el pueblo wayuu.

Existe una gran preocupación entre los Pütchipü, y entre ellos se encuentra Orángel Gouriyú, como es la de mantener el uso de la palabra como herramienta de defensa del pueblo wayuu. Se observa una pérdida de valores dentro de la juventud actual quienes no le están dando la importancia al defensor de las tradiciones y las leyes del grupo étnico peninsular y, con ello se irá perdiendo la fuerza de la palabra del Pütchipü en la gran nación wayuu.

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